Opinión | Nueva sociedad, nueva política
Todas las campanas de Extremadura
La agonía de la región vaciada, en un mudo grito simultáneo

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El pasado 10 de marzo se firmó uno de los más interesantes y singulares manifiestos políticos que se recuerdan en Extremadura. Su peculiaridad comienza por sus firmantes: Ernesto J. Brotóns Tena, obispo de Plasencia; José Rodríguez Carballo, arzobispo de Mérida-Badajoz; y Jesús Pulido Arriero, obispo de Coria-Cáceres.
Estas tres autoridades eclesiásticas de la región, mediante un escrito de dos páginas, conminaban a todas las parroquias extremeñas a que tocaran las campanas de los templos a las 13:00h. del 31 de marzo para sensibilizar sobre la ‘Extremadura vaciada.’
El comunicado contiene una precisa síntesis de los mayores problemas de Extremadura ausentes de la agenda política oficial: descenso de la natalidad, envejecimiento de la población, problemática atención a las personas mayores, abandono del patrimonio histórico-artístico, desaparición de la actividad comercial de proximidad, éxodo juvenil, la más alta tasa de pobreza del país, la asumida explotación de las mujeres rurales, la desindustrialización, las deficientes comunicaciones, los megaproyectos que dañan el medioambiente y limitan el desarrollo, o el deterioro de la sanidad.
Los firmantes piden «una acción política decidida» autonómica, nacional y europea, para abordar estos graves problemas. Además, no se habla de una tierra que simplemente «se está quedando vacía», sino que, por el contrario, «sucesivas políticas de todo signo la están vaciando». No es un fenómeno natural, hay responsables.
Esta es la línea en la que se debe trabajar en Extremadura para lograr mayorías sociales que, al margen de credos de todo tipo, también de los impuestos por el régimen partitocrático, se comprometan a sacar a la región de su ostracismo, a desarrollar por completo su extraordinario potencial, a reeducar a la ciudadanía sobre la verdadera esencia de lo ético y de lo político
El muy pensado y hábil escrito aúna las dos vías por las que resulta imposible mantenerse al margen de sus argumentos: los datos empíricos —recuerdan que 231 pueblos extremeños (casi el 60%), según el INE, a enero de 2024, han perdido población— y los sentimientos, pues piden un «análisis emocional de la realidad». De hecho, el título dado a estas dos hojas es «Por amor a nuestro pueblo. Ante la Extremadura vaciada».
Creyentes, agnósticos y ateos encontrarán las mismas razones para adherirse a las ideas del llamamiento y las mismas dificultades para mantenerse al margen. Y, en este sentido, esta es la línea en la que se debe trabajar en Extremadura para lograr mayorías sociales que, al margen de credos de todo tipo, también de los impuestos por el régimen partitocrático, se comprometan a sacar a la región de su ostracismo, a desarrollar por completo su extraordinario potencial, a reeducar a la ciudadanía sobre la verdadera esencia de lo ético y de lo político, y, en fin, a independizarse de banderías estériles y falaces confrontaciones que dejan siempre a Extremadura en los márgenes de la agenda política.
Por amor al pueblo y, sobre todo, a sus pobladores, trabajadores que levantan a diario las aldeas, las ciudades, las regiones y las naciones, urge que la sociedad civil articule liderazgos que, como los eclesiásticos que firmaron este manifiesto, den la campanada en una región tan rica y bella como maltratada y marginada.
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